Paseo en la Niebla

El asfalto está húmedo. Las luces del amanecer apenas atraviesan el espesor de una niebla sucia, densa, cargada de humo y motores. No es una mañana cualquiera. Es el latido sordo de una ciudad que despierta a golpes, entre silbidos de tráileres, postes manchados de óxido y ruidos metálicos que sustituyen el canto de los pájaros.

No hay gente caminando. Solo estructuras. Máquinas. Señales. Hierro.
Este no es un paseo turístico: es un recorrido por la columna vertebral de la ciudad, esa que no se ve en las postales.

Mientras la niebla envuelve cada contorno, las formas se vuelven fantasmas industriales. Cada fotografía captura ese instante en que el paisaje urbano se convierte en algo más: un territorio hostil, donde lo humano queda en pausa y lo mecánico toma el control.

Aquí no hay filtros cálidos ni colores vivos. Solo el gris.
Solo lo que queda cuando el glamour desaparece y la ciudad muestra su verdadera cara.